febrero 17, 2008

Memorias (2)

Una noche supo como pasó. Uno de esos sueños que aclaran situaciones.
Se sintió mareado y con presión sobre el pecho. Se hallaba solo y pensó en visitar a su hijo menor que vivía a unas calles.
La noche era fría y el silencio inundaba las calles, caminaba con dificultad, pero estaba acostumbrado. En la mitad del trayecto el malestar volvió con especial crudeza, miró buscando ayuda, pero el silencio lo había devorado todo. Miró la brillante luna y supo que su hora había llegado.
Calló al suelo y poco a poco sus ojos se despidieron de la luz y del mundo.

Años después, en un sueño profundo vió a su padre atravesar el umbral de la puerta, reconoció de inmediato aquella silueta tambaleante.
Entre sombras se acercó a su hijo:
-La cena está lista hijo. Sólo faltas tú. Dijo sonriendo como antes.
-Allí estaré cuando sea el momento. Dijo emocionado mirando a su padre.
Con un suave y tranquilizante beso en la frente se despidió de su hijo y salió de la habitación.
Entonces retornó a su descanso al lado de su esposa, a su tranquilo descanso.

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